Responsabilidad

¿De verdad hemos olvidado algo que los antiguos tenían tan claro?

ESTOICO

Nilo Rojas

7/14/202512 min read

Responsabilidad, una cualidad que parece haber desaparecido de nuestra sociedad moderna.
Resulta bastante increíble que en pleno siglo XXI se haya perdido este concepto que los antiguos tenían tan claro.

Nos hemos vuelto tan cómodos que gran parte de la población ha olvidado lo importante que es asumir la responsabilidad de los actos, de las reacciones, del civismo, que debería existir en esta sociedad moderna o simplemente la más relevante de todas, la responsabilidad para con nosotros mismos.

Hemos progresado tanto como sociedad qué si comparamos nuestros problemas actuales con los de hace 40 años, muchos parecerían absurdos. Considero que la comodidad nos ha vuelto débiles, y una posible causa es que hemos olvidado que con los derechos vienen las obligaciones y las responsabilidades.

La mayor parte de la sociedad está centrada en exigir sus derechos como si por el mero hecho de haber nacido nos perteneciesen, nos hemos olvidado de que la mayoría de estos derechos heredados que tenemos, vienen dados gracias a la ardua labor realizada por generaciones anteriores: nuestros padres, abuelos e incluso Bisabuelos.

Tenemos tan claro que los derechos son nuestros y nos aferramos tanto a ellos, sin embargo, se nos olvida que los derechos son solo una cara de la moneda, y que la cara opuesta, la que no queremos ver o simplemente hemos decidido obviar son las obligaciones o responsabilidades.

Al descartar y dejar de lado estas responsabilidades cada vez más, casi sin darnos cuenta, hemos creado un sistema inestable y con muchas flaquezas que ha resultado en situaciones perjudiciales tanto para el ente como la masa.

Lo habitual en el autobús era estar atento a la gente mayor que subía para poder ceder el asiento

Responsabilidades tan claras hace dos décadas como pudieran ser, cuidar de los mayores, el respeto de las libertades del individuo (tu libertad acaba donde comienza la mía), ser cívico o buen ciudadano, actuar moralmente o EL USO RESPONSABLE DE LA TECNOLOGÍA, solo por citar algunas, eran casi incuestionables. Hoy llega a parecer que se han olvidado.

Recuerdo que de joven lo habitual en el autobús era estar atento a la gente mayor que subía para poder ceder el asiento si era necesario, esta era una norma social no escrita que todos aplicábamos sin que nadie tuviera que vigilar que se cumpliera.

Otra norma no escrita que me enseñaron mis padres, fue a guardar la basura de las chucherías que comía mientras caminaba por la calle en la mochila hasta encontrar un bote de basura para tirarlos, si no encontraba sitio para poder desecharlos me deshacía de ellos en casa.

No suena tan descabellado ¿verdad?, sin embargo, son cosas que ya no ocurren. Por desgracia, la situación de ceder el asiento a un mayor o persona discapacitada es raro de ver, ahora se “cede” el asiento cuando la persona que lo necesita lo pide.

En cuanto al cuidado de nuestro entorno, hoy es habitual ver como se tiran los envoltorios al suelo o las cacas de los perros no recogidas por sus dueños abundan en la acera, mejor ni comentar sobre las gomas de mascar o las colillas de cigarrillos.

He llegado a presenciar como una persona le recriminaba a otra que no tirase el cigarrillo al suelo, ante mi sorpresa la respuesta del increpado fue

“Para algo pago mis impuestos, que el barrendero se gane el sueldo que le pagamos”, me quedé atónito.

Con este ejemplo pretendo reflejar lo distante que estamos de aquella época donde teníamos claras nuestras reglas y responsabilidades sociales y aunque no estuviesen escritas en ningún lado, eran respetadas por la mayoría.

Poco a poco hemos ido dejando de aplicar estas normas sociales que nos beneficiaban a todos y que tan marcadas teníamos hace unas décadas, por desgracia, hemos llegado al punto en el que se han olvidado y, aunque no lo parezca a primera vista, la tecnología desempeña un papel clave en este olvido.

person holding white smartphone in white shirt
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La (des) conexión digital del Smart phone.

Parece que el sistema en el que vivimos está perfectamente ideado y diseñado para mantenernos adormilados, vagos, desviar nuestra atención hacia cosas triviales y sin importancia. Nos ha alejado de nuestras responsabilidades, de la realidad y, si me permites el atrevimiento, hasta atontados nos tiene.

Nuestra época es el mundo al revés, si nos remontamos 20 años atrás, al observar nuestro rededor en una plaza o en la calle, se apreciaba a la gente andar, conversar, compartir y/o relacionarse, algo qué desde luego, se ha perdido.

Lo cotidiano en 2025 es observar cómo cada persona está en su mundo, con la pantalla en la cara. Cada vez somos menos cordiales, nos relacionamos menos en persona y nos da ansiedad cuando alguien nos llama por teléfono sin habernos avisado mediante un mensaje de texto.

Sentarse en el bus y encontrar una persona que no vaya empleando su teléfono móvil para distraerse, intentando “aprovechar cada segundo de inactividad” para ver el último reel de Tiktok o la última publicación de Instagram es simplemente poco probable.

Precisamente por aquí creo que vienen nuestros problemas y es qué en vez de acercarnos y hacer que nos relacionemos más y mejor como prometían los smartphones, han acabado consiguiendo que nos desconectemos cada vez más de la realidad y hemos terminado en una verdadera Matrix.

La llegada de aplicaciones como Facebook, Twitter, Instagram o TikTok a nuestra multiherramienta de bolsillo (los teléfonos inteligentes) nos ha llevado al punto en el que ni siquiera nos responsabilizamos de decidir qué contenido consumimos en estas mal llamadas redes sociales.

Las interacciones que creamos en ellas carecen de sentimiento real, son vacías y la información que nos proporcionamos en ellas los unos a los otros es insuficiente.

Lo que nos aporta cada una de esas interacciones es satisfacción instantánea, pero no nos llena a largo plazo, por lo cual nunca nos saciamos.

Da igual las muchas horas que pasemos pegados a estas aplicaciones, sin darnos cuenta empezaremos a hacer scroll (deslizamiento de pantalla) infinito o caeremos en ese bucle de saltar de una aplicación a la otra.

No soy el único que lo percibe de esta manera y en vista de esta creciente desconexión, muchos han estudiado estas interacciones vacías, la profesora del M.I.T. Sherry Turkle es una de ellas y en su libro del 2015 En defensa de la conversación expone, que cuando conversamos cara a cara y en persona recibimos mucha más información que cuando nos conectamos con pantallas por medio, en cuanto la conexión es mediante medios digitales perdemos, por ejemplo, gran parte de la información del lenguaje corporal que recibiríamos si estuviéramos hablando en persona con nuestro interlocutor.

Turkle además comenta que conversar cara a cara nos ayuda a desarrollar valores claves para un buen desarrollo como la empatía, la escucha activa o la paciencia.

Considero que estos valores son los que nos convierten en humanos, nos ayudan a ser mejores prójimos para los nuestros, y a socializar de manera sana.

Añade también que esta información es la que se pierde en conversaciones o conexiones (como a ella le gusta llamarles) mediante, me gusta, comentarios vacíos en redes sociales o lo que está de moda hoy en día, “conversaciones” mediante memes, donde en el chat solo hay memes y se interacciona mediante la reacción a los mismos con el botón de “me gusta” o similares.

Para mí está claro, creo que es precisamente este tipo de “nueva” interacción lo que nos ha ido quitando poco a poco y sin darnos cuenta nuestros valores más humanos, la compasión, la empatía, el saber escuchar y, sobre todo, el sentido de la responsabilidad que solíamos tener.

Si no le ponemos límites o tomamos cartas en el asunto, esta conexión digital que se alza por encima de las otras formas de comunicación seguirá consumiendo nuestra humanidad.

Este tipo de conexión digital provoca precisamente que no queramos ser responsables de nosotros mismos, estamos inmersos en la cultura de la inmediatez y nos hemos olvidado de que es el trabajo duro, debido a esto, cuando tenemos un problema tendemos a esperar que otro venga a rescatarnos o a solucionarlo, ya que “No es culpa nuestra” y por ende no es nuestra responsabilidad.

Y si hablamos de responsabilidad uno de los ámbitos donde más podemos apreciar el impacto de la tecnología es en la educación de los niños.

Padres y la tecnología

El problema con la responsabilidad es tan grave que es cada vez más frecuente ver a padres que, ya sea por cansancio o comodidad, les entregan el móvil o la Tablet a sus hijos para tener un momento de “desconexión” de la responsabilidad que tienen para con ellos.

Los niños se zombifican delante de la brillante luz que emite la pantalla que los absorbe, mientras tanto, los padres consiguen desconectar por un rato de esa responsabilidad y obligación que tienen con los niños.

No se dan cuenta de que están delegando la educación y el entretenimiento de los pequeños en una pantalla. Por favor, que se entienda que cuando digo padres me dirijo a cualquiera de nosotros que tenga en su haber cuidar de una criatura.

Las pantallas en menores y en adultos tienen efectos adversos, sin embargo, un adulto al tener un criterio ya formado puede escoger obviar este hecho y exponerse de igual manera al scroll infinito.

Un niño, por otra parte, está expuesto a las decisiones y hábitos de su cuidador. Dejarle una pantalla led a un niño es de las peores cosas que se le puede hacer a una mente tan frágil como la suya. El impacto de esta práctica es mayor de lo que imaginamos.

Por citar uno de los tantos estudios que hay al respecto sobre este tema, tras hacer un seguimiento continuado con más de 6000 niños, la universidad de Canterbury, en Nueva Zelanda, concluye que niños de dos años expuestos a más de una hora de pantalla diaria, tienen una muy alta probabilidad de tener una menor habilidad lingüística, ser más propensos a malos comportamientos, tener problemas con sus habilidades sociales y tener problemas al compartir con sus pares.

Sin darnos cuenta activamente, esta omisión de la responsabilidad para con los niños está creando una sociedad futura completamente desconectada y asocial, cuando estos niños crezcan podrían llegar a carecer de las herramientas necesarias para relacionarse de forma sana con la sociedad. Se angustiarán y se pondrán ansiosos por el mero hecho de tener que exponer en clase, dar una reunión en sus trabajos, o, por ejemplo, algo que ya ocurre actualmente, evitarán a toda costa hacer llamadas telefónicas.

“El mejor momento para plantar un árbol fue hace 10 años, el segundo mejor momento es ahora” —Proverbio chino.

Afortunadamente, aún estamos a tiempo de cambiar nuestros hábitos con los dispositivos que nos conectan y encaminar nuestra vida hacia la virtud. Somos unos cuantos los que nos hemos dado cuenta de que el uso desmesurado de estos aparatos nos perjudica más de lo que podemos percibir ahora mismo.

En este sentido la filosofía estoica puede ofrecernos una vía útil para retomar esa olvidada responsabilidad.

Personalmente, me ha sido de mucha ayuda, he encontrado refugio y alivio para estos tiempos modernos en los que nos encontramos.

El estoicismo como solución.

Creo que nuestra solución radica en los principios del estoicismo, los que personalmente me han ayudado y aplico a día de hoy.

La filosofía estoica ofrece una poderosa visión sobre la responsabilidad, sostiene que, aunque no podemos controlar todo lo que nos sucede sí que podemos y debemos (es nuestro deber si queremos alcanzar la virtud o nuestra mejor versión) controlar nuestras reacciones y decisiones.

Imagina que vas a cruzar la calle por un paso de peatones, miras para ambos lados y ves que no viene ningún coche, sin embargo, súbitamente aparece una moto a todo dar y te atropella, podemos estar de acuerdo y decir que no ha sido culpa tuya.

Lo fácil, lo habitual y lo común es frustrarse enfadarse y culpar al conductor imprudente del atropello.

Una persona con mentalidad estoica, pese a ser consciente de que el hecho no ha sido culpa suya, asumirá la responsabilidad de su reacción y buscará la mejor manera de responder y minimizar el daño.

Esta facultad, que está dentro de (todos) nosotros, olvidada y/o dormida, pero presente, es la que nos puede ayudar a evolucionar a una sociedad mejor.

La frase que cito a continuación la encontré en internet mientras investigaba sobre el estoicismo, refleja de forma sencilla, pero clara, la idea que quiero expresar:

“¿Cómo puedo culpar al viento por el desorden que provocó si yo fui quien abrió la ventana?” — Anónimo.

Se trata precisamente de asumir la responsabilidad con nosotros, con el mundo y con la sociedad. Es comprometernos a buscar la virtud y empezar a caminar hacia la que puede y debería ser nuestra mejor versión.

Por este motivo, que al ser tú y solo tú responsable de cómo gestionar la situación, puedes tomar las riendas y hacer lo mejor de una mala situación.

Volviendo al principio de esta reflexión, el sistema en el que nos encontramos atrapados nos esconde las herramientas que necesitamos para encaminarnos en la dirección de la virtud, no debemos olvidar que solo están escondidas y está en nosotros encontrarlas y aprender a usarlas para recuperar nuestro poder.

Ya hemos visto que asumir nuestra responsabilidad es crucial para poder cambiar nuestro enfoque de vida, pero ¿Cómo podemos empezar a practicar el estoicismo cada día?

selective focus photography of woman holding yellow petaled flowers
selective focus photography of woman holding yellow petaled flowers
Herramientas para asumir la responsabilidad.

Memorizar la frase que he citado anteriormente debería ayudarte en momentos adversos, la responsabilidad siempre será tuya y tú decides de qué manera actuar, es importante recordar que nadie te puede enfadar, el que se enfada eres tú.

Precisamente esta frase puede resumir el estoicismo cuya idea central y pilar fundamental es que una persona estoica centra su energía solo en las cosas o situaciones sobre las cuales dispone del poder para cambiarlas.

Marco Aurelio decía “nada nos sucede que no estemos preparados por naturaleza para soportar” esta visión estoica nos recuerda que tenemos la fortaleza interior para afrontar cualquier situación por muy difícil que sea, aunque parezca que se nos cae el mundo encima podremos superarlas. En el mundo siempre han ocurrido hechos de todo tipo y aun así hemos ido avanzando en generaciones hasta día de hoy, recuerdo cuando por ejemplo ocurrió el atentado a las torres gemelas, parecía que el mundo iba a entrar en guerra o que se acabaría todo lo que habíamos construido hasta entonces, y aquí estamos, hablando de estoicismo.

¿Puedo hacer algo yo para cambiar esta situación de forma sustancial?

Si la respuesta es no, deja de preocuparte del evento, la noticia o el altercado que te está preocupando.

Al ser responsable de tu vida debes entender que hay muchas situaciones que intentarán robar tu tiempo y energía, sin embargo, si no tienes el poder para intervenir directamente, o controlar la situación en cuestión no deberías invertirte en ellas.

Si la respuesta es sí, actúa con determinación.

Si a tu amigo te llama para pedirte ayuda porque le ha dejado tirado el coche y estás en condiciones de auxiliarle, deberías ayudarle, dado que sí que tienes el poder o habilidad de cambiar o aportar positivamente a la situación.

Planteando esta simple pregunta podrás empezar a implementar los principios estoicos y volver a adquirir esa responsabilidad olvidada que te traerá devuelta el control de tu vida. Con un poco de esfuerzo podrás convertirte en una mejor versión y con algo de suerte podrás ser el ejemplo que tus pares necesitan para cambiar o empezar a mejorar.

Aunque parezca que una voz no hace diferencia en este gran mundo globalizado en el que vivimos, si empezamos primero por mirar hacia dentro, hacia nosotros mismos lo demás viene rodado.

A través de la pregunta ¿Qué puedo hacer para cambiar la situación?, damos un paso hacia la responsabilidad y hacia una de las mejores herramientas que tenemos para poder retomar el control que hemos ido perdiendo a lo largo de estas últimas décadas, el estoicismo.

En definitiva, la práctica de estos consejos puede generar un gran impacto. Comenzando en nuestro entorno inmediato y con un poco de suerte, extenderse más allá.

En un mundo utópico en el que este principio rige nuestras vidas todo es más fácil, la relación entre prójimos es de una manera más fluida, seguimos cuidando de nuestros niños, de nuestros mayores y comportándonos con el respeto que nuestro entorno se merece.

Hasta el día que en el que lleguemos a ese mundo utópico que imagino, espero te sean de ayuda estas herramientas que te proporciono para encarar de la mejor manera la vida en el siglo XXI.

Ser responsables nos otorga libertad, nos mantiene en paz y nos acerca hacia la virtud.

Si te ha ayudado este texto, puedes compartirlo con alguien a quien le pueda hacer la vida mejor.
Si quieres profundizar en el estoicismo te dejo este enlace donde podrás encontrar una guía con los principios básicos y herramientas que te ayudarán a practicarlo de manera consciente día a día.